lunes, 26 de mayo de 2014

¿Por qué no duermo?

“Nada os pertenece en propiedad más que vuestros sueños” Friedrich Nietzsche  (1844-1900). Filósofo alemán.

El sueño en general, lo podemos considerar como un estado de relajación y tranquilidad que deseamos alcanzar para descansar, reponer fuerzas, olvidarnos de los problemas diurnos e incluso a veces en el sueño, soñamos  y los sueños nos muestran algo de lo que inconscientemente  queremos  o nos angustia.
Desde Freud, los sueños que tienen lugar cuando uno duerme, son una vía de acceso al conocimiento de lo 


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que se nos escapa a la conciencia.
 El dormir conlleva una función reparadora muy importante para afrontar las tareas que la vida  requiere tanto a nivel laboral como intelectual o afectivo.
A veces me han preguntado cuáles son las consecuencias de dormir mal o no dormir y qué se puede hacer para tratar las alteraciones que esto produce.
Todos sabemos que la industria farmacéutica ofrece relajantes, ansiolíticos, inductores del sueño, infusiones…  para tratar esta dificultad que nos mantiene, por alguna razón, en estado de alerta, cuando queremos dormir. Pero esta solución no se debe generalizar si no es absolutamente necesario ya que con ella no se abre la posibilidad de saber y además puede desembocar en una adicción que además con el tiempo suele dejar de alcanzar el efecto buscado.     
Para empezar hemos de aclarar que la falta de sueño es un síntoma de que algo anda mal en la persona que lo padece.
Y ¿Qué es un síntoma?
El síntoma es una manifestación de un malestar en un sujeto que por pequeño e incoherente que parezca está ahí para dar cuenta, para sacar a la luz algo que a dicho sujeto le incomoda a nivel moral y psíquico.
El síntoma aparece, si se lo escucha bien, para brindar la oportunidad de descifrar lo que encierra. Y para poder saber lo que encierra, es condición necesaria que la persona quiera ponerse a hablar, en general, de los aspectos más variados de su vida: relaciones, ilusiones, deseos, inseguridades, amores, trabajo…en definitiva que hable de lo que quiera para que vaya desplegándose la causa de su molestia. Es decir, la causa del síntoma, de lo que la hace sufrir, de lo que no deja conciliar el sueño.
Un síntoma es algo que denota que hay un conflicto psíquico que en principio no se sabe a qué corresponde.
El síntoma no está para ser domesticado y/o acallado sino para hablar de él y extraer algo de su verdad. El sujeto no sabe lo que está en el origen de sus síntomas. Lo que trae el sujeto es su angustia, su dolor, su queja, su falta de sueño, sus atracones, sus adicciones, su tristeza, su incapacidad de amar, su sexualidad compulsiva e irrefrenable que le puede llevar a perder lo más querido…
En esta serie y siempre uno a uno debe ser escuchado todo aquel que llega con un malestar, bien se trate de insomnio persistente o leve o de cualquier otra cuestión que nos interfiera  negativamente en nuestra vida.
Desde este enfoque podemos explicar los trastornos del sueño tomando a cada sujeto de un modo singular y particular. Habrá diez, veinte, cien personas que duerman mal, pero cada una responderá a unas causas diferentes, a unos motivos tejidos de una forma  única.
Luego, para resolver los problemas relacionados con el sueño, de una buena manera, habrá que encuadrarlos en relación a lo que le está molestando a una persona y que va a determinar  que no pueda alcanzar la relajación necesaria para conciliar el sueño.
Podemos afirmar que siempre hay un motivo que desconocido o conocido habrá que situar, si el sujeto quiere,  de una forma que no le quite el sueño.
Si no dormimos es por algo que se ha enquistado en la subjetividad y  que al modo de una roca  constituye un gran obstáculo en el camino del día a día.      
En resumen, si no dormimos es porque no nos relajamos lo suficiente y si no nos relajamos es porque algo nos preocupa en exceso. Conviene saber de ese algo para disolver la molestia.
Ana Ramírez.
Psicólogo clínico de la Asociación Cultural Vínculo.