domingo, 16 de diciembre de 2012

Algo insiste y se repite. La masacre de Newtown (Connecticut)

¿Cómo entender los sobrecogedores hechos que de tanto en tanto perturban la vida de cientos de ciudadanos poniendo ante nuestra mirada el mal y la crueldad de la forma más descarnada?
La violencia irrumpe frecuentemente en diferentes puntos del globo de muy diversas maneras pero quizá es la figura del asesino múltiple la que nos interroga en las últimas décadas debido a su insistencia en varias poblaciones, Tejas, Columbine, Virginia, California...
La violencia se repite dejando abiertas numerosas preguntas acerca del origen de tales actos.
¿De qué se trata? ¿Son individuos aislados, solitarios, callados, fóbicos?
Podemos alargar la lista pero un solitario no siempre es violento. Un chico callado no es índice de futuras conductas.
¿Cuál es el origen de la violencia?
Sí podemos afirmar que hay momentos sociales que propician el desencadenamiento en ciertos sujetos de actos de extrema violencia.
Podemos decir que ciertas características sociales preparan un terreno especialmente abonado para la violencia.
Sabemos que cuanto menos espacio tenga un sujeto para que la palabra nombre y simbolice  su historia, más posibilidades habrá de que la agresividad se ponga en acto y desemboque en violencia.
También sabemos que la sociedad en la que vivimos se han dado cambios que generan efectos de malestar en los sujetos sin que estos apenas se den cuenta.
Las condiciones sociales, laborales, económicas y las formas de vida individual y familiar que de ellas se derivan van produciendo cambios en la forma de relacionarse, en la forma de amar, en la forma de divertirse...
Cada vez el individuo está más en relación a los objetos técnicos, con los efectos que esto produce en los sujetos y en su modo de gozar.
El modo de gozar o de satisfacción cada vez pasa menos por el otro, por el semejante, por el compañero, por el amigo.
El modo de divertirse tiende a ser a solas. A solas con mi iPhone, a solas con mi consola, con mi ordenador...
El lugar del otro ya no es el mismo. El lazo con el otro se encuentra debilitado. El objeto desbanca al sujeto.

¿Cómo afectan estas nuevas condiciones sociales en la vida de las personas?

Las formas de gozar pueden pasar o no por el circuito del otro. Pero y el amor? ¿Qué ocurre con el amor?

Qué consecuencias tiene en la vida de un sujeto que no le amen? ¿Que él mismo mismo no va a poder vincularse con los otros más que desde el odio y el rencor?

La agresividad, en general, es el resultado de determinados estados emocionales, de determinadas tensiones que, a veces el individuo padece sin saber.
Suelen ser estados en los que el sujeto no puede poner palabras a su malestar. Ni el individuo se dirige a un otro, ni un otro se dirige a él. Como decía Lacan la violencia es lo contrario de la palabra.

Lo que parece que está produciendo efectos en lo social es la caída de lo simbólico, la caída de la palabra, la caída de los lugares de un Otro ético, de un otro que no esté solo al servicio del mercado capitalista y del tener, de un Otro que no abandone al pequeño, al adolescente, al pequeño otro en los brazos del goce sin rumbo y destructor.

Podemos entender el mal, en este sentido como en connivencia con pulsiones o formas de satisfacción que se ven sostenidas por una sociedad cuyos parámetros discurren en los excesos del goce por fuera del otro y del amor. Pulsiones actualmente autodestructivas o destructivas.

Podemos afirmar que el mal tiene que ver con una pulsión de muerte que siempre está ahí en la constitución subjetiva. Pero podemos añadir que hay épocas que favorecen la aparición  de sujetos con verdaderas dificultades para encontrar un lugar en lo social.                              
          
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